Regala un lingote de oro
Si sientes la necesidad de materializar tus sentimientos en un regalo distinto, sin influencias publicitarias, de utilidad y futuro regala un lingote de oro.
Regalar el metal más preciado del mundo es como decirle “…eres el mejor”. El oro en forma de lingote no reviste ninguna vanidad, puesto que no se luce, ni se lleva como elemento de distinción. Un lingote de oro es sinónimo de perpetuidad, de incondicionalidad, de nobleza y pureza, porque los lingotes de oro están compuestos por oro puro, sin alteraciones, es un metal noble y de valor constante.
Si quieres demostrar un sentimiento puro, regala oro puro en forma de lingote. Por muy poco dinero puedes llevarte un lingote a partir de 2 o 5 gramos puedes elegir la opción que mejor se ajuste a tu presupuesto. Consúltanos.
Regalos banales
La llegada de días señalados como la Navidad, el día de los enamorados, día de la madre… conlleva una avalancha de anuncios publicitarios agobiantes, repetitivos hasta la saciedad, banales y en algunos casos insultantes, puesto que hieren la inteligencia de las personas.
Como ya he dicho en algunos post, el amor, el afecto, el cariño, en definitiva los sentimientos positivos hacia una persona, se demuestran en el día a día y no precisan de demostraciones materialistas que cuantifiquen su magnitud.
No obstante, la mayoría de personas siente en la necesidad de regalar en determinados momentos, forzada sin duda alguna por por un inconsciente colectivo que determina cuando, cuanto y como hay que regalar.
Demostración de sentimientos
De este modo, llegado el momento, corremos a los centros comerciales en busca de alguna dádiva u obsequio que cumpla con las expectativas que se espera de uno. Pero no vaya usted a pensar que dichas expectativas tienen que ver con el objeto en sí, es decir con su utilidad, su practicidad o si el receptor lo precisa o no el regalo en cuestión. El objetivo del que regala en muchos casos, no todos, es demostrarle al receptor su aprecio, su afecto. ¡Como si fuera necesario tener que recordar a los demás nuestros sentimientos hacia ellos! Acaso no son testigos en el día a día de ellos. “Mira, esto es para que valores cuanto te quiero”.
El receptor a su vez en el momento de la entrega de ofrendas empaquetadas, debe adoptar una actitud de gratitud y felicidad, con cierta expresión de sorpresa, sin que para ello importe el contenido del regalo. Debe sentirse feliz, jovial y obsequiado, porque es lo que se espera de él.
Personalmente pienso que es todo muy forzado. Yo prefiero que me regalen un día cualquiera, donde mi cara de sorpresa sea sincera, que me regalen cosas útiles y de las que tenga necesidad (un beso o un te quiero, siempre son necesarios) y sin ánimo de demostrar nada, tan solo como un acto espontáneo y personal, sin ser inducido por la cansina publicidad, ni por el inconsciente colectivo.
Emisor frente a receptor
A mi juicio, un regalo otorga mayor bienestar al emisor, que a su receptor, porque en esa escena el protagonista es el primero y no el segundo. A pesar de lo que se pueda entender, es el emisor el que ha tenido la iniciativa, el que “supuestamente ha demostrando sus sentimientos”, el que tiene una actitud prosocial, altruista y solidaria en apariencia. Mientras que el receptor, debe rendir pleitesía por lo recibido, demostrar gratitud y queda en deuda con el emisor. Quedan pues patentes los sentimientos del emisor y pendientes de demostración los del receptor, que tendrá que corresponder con un regalo de iguales o superiores características, en futuras celebraciones para dejar así compensada la balanza de los sentimientos. Proceso que se repetirá cada periodo de tiempo.